viernes, 13 de diciembre de 2013


La iglesia era, sin duda, el principal edificio de cualquier pueblo del INC. Solía ser la seña de identidad de cada pueblo, por su facha­da o por el campanario, que servía para distinguirlo desde la distan­cia. Además, el tamaño y la significación de la nave principal, lugar de congregación de fieles y culto a Dios, podía dar pie a un ensayo espacial dentro de las limitaciones constructivas de aquella época de escasez. Como Sota afirmaba «la iglesia, por su mayor importancia, puede ser ya "tema del arquitecto" como tal; sus formas pueden ser cultas»11.
El templo estaba for­mado por dos cuerpos íntimamente ligados: la nave se cerraba a medida que se acercaba al presbiterio pero su cubrición ascendía, creando así una tensión de fuerza en el punto más sacro. El presbi­terio, de planta semicircular y una sencilla cubierta a un agua, enca­jaba sobresaliendo de la nave, de tal manera que el espacio entre ambas, tanto en las paredes verticales como en la junta horizontal superior, se utilizaba como efectiva entrada de luz tangencial. El conjunto dotaba al templo y en particular al altar de una cualidad de ascensión y luminosidad alejada de cualquier reproducción folk­lórica. La fachada principal, de recubrimiento cerámico, componía un patrón abstracto de segmentos negros horizontales y verticales sobre un fondo blanco hoy desaparecido. Los volúmenes exteriores, en su elemental geometría y limpieza encalada, componían un conjunto de rotunda Fuerza escultórica.
El conjunto parroquial se completaba con el campanario, la ca­sa del cura y el local de Acción Católica.
La torre, ligeramente troncopiramidal y con un remate doble de cuerpo de campanas elongado y chapitel cerámico que en algo recordaba al cuerpo de campanas de la Giralda sevillana. Más allá de esta perversa apreciación, la posición de la torre indicaba una preferencia por ser contemplada en primer término desde la carre­tera.
 El claustro estaba cerrado por dos lados -los correspondientes al local de acción católica con la casa del cura y a la iglesia- y abierto por otros dos justo en el ángulo ocupado por la torre, ángulo abierto a la entrada del pueblo. La solución de Sota fue no crear un único tejado para todo el claustro, sino dos. Por un lado, los lados abiertos estaban cubiertos por un pórtico doble o matado por un tejado a un agua que vertía hacia dentro, con lo que se conseguía una visión prismática más pura desde el exterior. Por otra parte, y aún más inusual, a los lados cerrados adosó una cubierta distinta apoyada sobre pilares circulares y que resolvía la cuadratura del patio absorbiendo la oblicuidad de la iglesia. Dicha cubierta estaba además construida con mimo. Las líneas de tejas cambiaban de orientación para resolver la continuidad de los dos faldones en una superficie continua sin limahoya rematada por elegantes curvas. Y más aún, el vierteaguas se multiplicaba por dos: uno primero a la altura de la viga del pórtico y uno ligeramente por debajo en voladizo que construía un a modo de ribete.

Más sorprendente es la aparición en los testeros laterales de la iglesia de gárgolas cerámicas, aparente­mente contrarias a la línea de caída del agua, que en buena lógica evacuaría íntegramente por la fachada principal, protegida de este caudal por el revestido cerámico.  

FOTOS ARCHIVO


IMAGENES DEL TEMPLO


MARIA SANTISIMA DEL CONSUELO


LA MILAGROSA

SAN JOSE OBRERO


SAN ANTONIO

STO. CRISTO DEL AMOR Y MISERICORDIA

SAGRADO CORAZÓN
VIRGEN DEL CARMEN "CHICA"

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